Dávila estrecha el cerco sobre el violadora, mañana en ‘La Moderna’.
La fiesta benéfica de Maruja en la mansión de los Pedraza debía ser un evento de éxito, pero Emiliano tenía otros planes. En un arrebato de furia y resentimiento, revienta la velada con su presencia imponente y su actitud desafiante.
Sin medir las consecuencias, se encarga de ahuyentar a los invitados y hacer que la noche termine en desastre. Pero no se detiene ahí. Ante todos, jura venganza contra Maruja, dejando claro que no ha terminado con ella y que le hará pagar por lo que considera una traición imperdonable.
Iván y Pepita, testigos del caos provocado por Emiliano, no pueden evitar temer por el futuro de Maruja. Ambos saben de lo que es capaz Emiliano cuando se siente desafiado, y su juramento de venganza no es una simple advertencia.
Iván, cada vez más incómodo con las acciones de su padre, comienza a plantearse hasta qué punto puede seguir defendiéndolo. Pepita, por su parte, intenta pensar en una manera de proteger a Maruja, consciente de que cualquier paso en falso podría agravar la situación.
Mientras tanto, en La Moderna, Fermín celebra el éxito de su estrategia para recuperar clientes. El plan de regalar dulces con cada consumición ha dado resultados, y poco a poco, el salón de té vuelve a llenarse de vida.
La confianza de los clientes empieza a restaurarse y parece que la crisis de la intoxicación comienza a quedar atrás. Sin embargo, la felicidad no dura mucho. un reportaje en prensa sobre Marcelina, en lugar de ser un reconocimiento positivo, se convierte en un nuevo golpe para el negocio.
Sus palabras, sacadas de contexto, pintan una imagen negativa del establecimiento, haciendo que algunos clientes vuelvan a dudar sobre la seguridad de La Moderna. Fermín, furioso, sabe que esto no es un accidente: alguien está trabajando en las sombras para sabotear su negocio.
En medio de la lucha por salvar el salón de té, Fermín toma otra decisión importante. Se ofrece a darle trabajo a Silvia, con la esperanza de ayudar a Pietro y asegurarse de que su nieto, Pedrito, no tenga que irse a Venezuela con su madre.
Pietro, agradecido, ve esto como una oportunidad para acercarse más a su familia y brindarle a su nieto un futuro estable en Madrid. Pero aún queda la duda de si Silvia aceptará la oferta o si tiene otros planes en mente.
Mientras todo esto sucede, el capitán Dávila sigue con su investigación sobre el Encapuchado de la Puerta del Sol. Convencido de que la clave está en La Moderna, pide los cuadrantes de turno de todos los trabajadores, buscando patrones que lo lleven al verdadero responsable de los ataques.
Quico, sintiéndose cada vez más acorralado, comienza a mostrar signos de nerviosismo. Sabe que si el capitán encuentra la pista correcta, su doble vida podría quedar al descubierto.
